Como todas las noches entró al estudio de la radio con la alegría de poder disfrutar junto a sus oyentes de una maravillosa velada con buenos recuerdos y buena música.Se sentó en su silla reclinable, acomodó sus papeles y le hizo una seña al operador para que sacara el primer tema al aire, y el primer tema comenzó a sonar.
Al principio no le prestó atención, parecía uno más de los tantos temas que había programado para esa noche. Uno más entre un montón, uno más, solo uno más.
¿Uno más?
Le hizo una seña al operador para que subiera el retorno del sonido al estudio.
“Dos solitarios somos mi amiga…no creas encontrar en mí el amor”. ¿Era tan así? O era él quien se empeñaba en alejar de su vida todo lo que le recordara que alguna vez había entregado su corazón, sin pensarlo, sin medir las consecuencias de amar y sentirse amado. “Refugia tu desdicha y cuéntame tus penas… ahoga en esta noche tu dolor”. ¿Y si la llamaba? ¿Si le confesaba lo que sentía cuando ella sonreía, cuando ella lo miraba? ¿Si le decía que lo intentaran, que estaba dispuesto… que quería volver a amar?
“Ven la magia ya comienza… ven vivamos la ilusión, ven la noche nos acerca… ¿ves? se duerme ya el dolor”.
Tenía miedo, sentía angustia. No quería volver a amar. No quería volver a sufrir.
